RC
Charlamos con Rubén (RC), desde el otro lado del océano, nos habla de su último lanzamiento, un recopilatorio con sus temas preferidos.
– Las estrellas se apagaron, se fue la noche, pero tengo una para mí –
– Veo que como que está volviendo esa intención de hacer rock.-

«Es muy tarde”, “Anestesio”, “Tu imagen de New York”. ¿Por qué eliges esas canciones para el disco?
El último disco lo llamo como un disco de balance. Mi último disco de estudio había salido en plena pandemia. Entonces fue un disco que quedó, a mi gusto, un tanto trunco porque como estuvimos encerrados, no se pudo tocar en vivo, todo lo que hice fue vía streaming.
Entonces, pasaron algunos añitos. A mí, personalmente, me pasaron muchas cosas: entre ellas, falleció mi padre, nació mi hijo… Entonces fue como un cúmulo de sensaciones que, de algún lado, de alguna manera, tenían que salir. Y ahí es donde empiezo a decir: -Bueno, voy a preparar un disco nuevo-. Yo soy muy ávido de la tecnología también. Dije: -Voy a hacer un disco 100 % con inteligencia artificial-. Me senté acá en el estudio, le dediqué tiempo y cuando lo terminé , lo escucho y digo: -“Este no soy yo. ¿Qué estoy intentando hacer acá? O sea, no suena a lo que me gusta hacer a mí”.-
Y fue como un: – ¿Por qué no veo hacia atrás qué fue lo que estuve haciendo?-. Y ahí aparece mi compañera de siempre: la guitarra. Y ahí fue cuando empecé a sentir que, por ahí, iba a ser raro salir con un disco nuevo después de casi tres años sin hacer mucho. “¿Por qué no hacer esta retrospectiva, conectarme nuevamente con mi música?”. Y de ahí salió la idea.
Las sesiones tiene tres canciones de mi primer disco solista, dos de mi segundo disco solista, luego tiene un tema de una vieja banda que tuve como por diez o doce años y un tema nuevo. Entonces traté de buscar ese balance entre las canciones que, a mi criterio, eran muy buenas, pero no habían tenido la difusión suficiente en su momento.
Esas tres canciones corresponden a Cowboy de ciudad. En ese disco los cortes fueron “Beso amargo”, “Cowboy de ciudad” y “Slasher”. Estas tres habían quedado afuera, entonces las rescaté, les di como ese nuevo aire, esa reversión, y así es como terminan en el disco Las sesiones.

“Es muy tarde”, ¿se refiere a que es tarde para el amor o para todo ?
Esa canción, en realidad, tiene como dos aristas. Juega un poco con la idea de, por ahí, es una relación medio tormentuosa: “En la oscuridad me voy a refugiar tras mis pasos, tiene como ese ida y vuelta de una relación un tanto tóxica.. Y ese “es muy tarde” va más relacionado a: “Es tarde que intentes conocerme ahora, esto es lo que soy yo”. Juega con esa idea de esa situación.
A mí me gusta mucho escribir principalmente sobre lo que me pasa a mí o lo que me pasó, o mi entorno cercano. A veces trato de jugar con las dos cosas para crear esos personajes que aparecen en las canciones y tanto me gustan.
¿La llegada se refiere a que cumpliste una meta?
En realidad, “La llegada” habla de la llegada de mi hijo. De hecho, con esa canción también juego mucho. Soy muy fanático de los ovnis, los extraterrestres Entonces juego con la doble idea. O sea, si vos escuchás la canción, no te imaginas que es una canción escrita para un hijo.
Ahora te voy a contar dónde está el secreto. También juego con esta idea de la llegada, como hacer ese contacto. Pero si te fijas, en un momento de la canción dice: “He sentido las señales, la llegada”. Entonces, bueno, eso habla un poco de mi hijo antes de nacer. Después: “He oído sus susurros, se acercan hacia mí”. Bueno, ya está conmigo. Y al final la canción dice algo así como: “Ya un nuevo sol asoma y no me puedo dormir”. Y “Las estrellas se apagaron, se fue la noche, pero tengo una para mí”. Que, en definitiva, es mi hijo. Pero está tan maquillada la letra que nadie se imagina que habla de eso.
¿»Cuestión de suerte» nos dice que no crees mucho en la suerte?
No creo mucho en la suerte, no. Siento que no creo ni en la suerte ni del todo en el destino. Creo que cada uno tiene la capacidad de generar su suerte —entre comillas—, pero sobre todo de trazar su destino. Y si bien no todos nacemos con las mismas oportunidades, porque eso está claro, creo que como seres humanos tenemos esa capacidad de darle la vuelta a la cosa.
Esa canción en realidad está hecha para mi esposa.a. Nosotros nos conocimos cuando éramos adolescentes, 17, 18 años, pero fue algo fugaz y no nos vimos más hasta nuestra adultez. Y ella no me cree, pero yo siempre le digo: “Eras el amor de mi vida, solo que vos te fuiste y me dejaste”. Entonces la canción habla de eso, de “no fue cuestión de suerte” y había algo ahí. Habla del tono de su risa, ella tiene la voz muy aguda, entonces es un sonido que para mí es muy particular.

“Tu imagen de New York”, ¿es una historia real?
Sí, es real. Esa canción, de hecho, la compuse la primera vez que estuve en Nueva York, que para mí es la ciudad más increíble del mundo, es mi ciudad favorita.
Y sí, es una canción de una etapa tanto oscura también, una canción de desamor, de separación, pero más desde la culpa. Porque la canción habla de eso: habla de una separación, de un desamor, pero generado, de alguna manera, por el protagonista de la canción. Así que sí, sí, es una canción, te diría, bastante real.
En España, una gran parte de las personas que se dedican a la música, lo compatibilizan con otros trabajos. ¿Esto ocurre en Argentina también?
En Argentina es muy complejo, es más, te diría, no sé si hasta más complejo que allá. Sí, sí, todo músico de la escena emergente, por decirlo de alguna manera, o del under, como a veces me gusta decirlo, tiene que hacer otra cosa para poder tener una realidad digna.
Particularmente porque cada vez hay menos espacios. Primero, si no estás en el mainstream, regalías de reproducciones en internet es complejo de obtener. Entonces lo que llega ahí llega medio a cuentagotas, y hasta incluso es como para salir hecho: de que toda la inversión que haces en difusión e infraestructura online y todo lo que haces, sales cubierto de ahí y no ganas absolutamente nada; hasta probablemente pierdas un poco.
Y después la escena del vivo: cada vez hay menos lugares para tocar. Creo que me pasan dos cosas: creo que se le ha pegado mucho al rock con todo el género urbano y bla, bla, bla, que es algo que a mí no me gusta, pero el rock está ahí y tengo esa sensación de que en algún momento va a venir y les va a patear el traste de nuevo a todos. Esa es mi ilusión. Lo veo acá localmente: veo que como que está volviendo esa intención de hacer rock.
¿En que sitio o escenario te gustaría tocar?
Yo soy muy hincha de River, el Estadio Monumental en Argentina es un lugar icónico donde han tocado los Rolling Stones y toda banda grande que viene, viene a River. No, no existe otro estadio para ese tipo de shows. Así que ese es un lugar donde me encantaría tocar.
¿A qué película te hubiera gustado ponerle banda sonora?
Alguna de las de The Night of the Living Dead de los 80, que tenían como ese rock ahí de fondo, mientras los zombies corrían y demás. Creo que sería una buena peli para ponerle música.

¿Cuál ha sido tu cronología musical ?
Mis primeros recuerdos con la música son alrededor de mis 6 años, más o menos. Para un cumpleaños, mi padre me regaló uno de esos combinados que tenían bandeja de vinilo, las primeras compacteras, caseteras, doble casetera, entonces… Con eso yo empezaba como a poner la radio y me empezaba a armar mis primeros compilados y empecé a jugar, lo tomé más como un juego, después se transformó en escucha. De esa época, por ejemplo, hay dos bandas que empecé a escuchar en esa época. Una fueron y son mi banda, los Rodríguez. Mis primeros escuchas cuando apenas habían lanzado Sin Documentos, año 92. Y ahí, muy cerquita, Queen. Queen me volvió loco… A los 8 años era como un mutante. Yo, escuchando Queen, nadie entendía nada. En la adolescencia empecé a escuchar a Gabriel Carámbula, Ratones Paranoicos y Carca. un guitarrista muy experimental, Rolling Stones. Ya cerrando mi adolescencia, Fito y Fitipaldis. Obviamente después escucho música internacional, Depeche Mode, Lenny Kravitz.
¿Alguna de tus actuaciones que te haya sorprendido?
Te podría mencionar dos, la primera, tocando con mi vieja banda, con Indeleble, tocamos como para 8.000 personas en un show que nos invitaron por acá, por Buenos Aires, donde tocaban dos bandas grandes, Los Pericos, y tocaba una banda más que no me acuerdo quién, y tocábamos nosotros. En teoría, nosotros íbamos a abrir el show, obviamente, y lo iban a cerrar Los Pericos. Cuando llegamos al lugar, nos dicen, por una cuestión de tiempo, -ustedes van a tocar último-s, porque tal banda se tiene que ir, porque mañana tiene que viajar y no sé qué. Entonces, tocó la primera banda, que creo que era La Franela, luego tocaron Los Pericos, y la gente, claro, cuando terminaron Los Pericos ya estaba como, bueno, se terminó todo, las bandas las regalaron a nosotros, cuatro completos desconocidos, y había como 8.000, 8.500 personas, porque era un escenario de libre en una plaza, y empezamos a tocar, y la gente dudó, dudó, y dijo, bueno, ya que están tocando, nos quedamos, y tocamos ahí a casa llena, fue una experiencia buena, porque yo muchas veces me preguntaba, ¿cómo se sentirá eso de pararse en un escenario y ver esa ola de gente gigante adelante? ¿Qué energía habrá ahí? Bueno, ese día lo pude experimentar.
la segunda vez, fue algo más terrenal,cuando presenté Cowboy de Ciudad. Cuando hice la presentación del disco, en Niceto, el lugar estaba lleno, no entraba un alfiler. Y también fue como… ¡Wow! Era la presentación de mi disco, de mi primer disco solista, y entonces fue como una buena vibra también que me llegó.
¿Tienes alguna anécdota que contarnos?
Con mi vieja banda nos invitan a tocar a Bahía Blanca. Bahía Blanca está dentro de la provincia de Buenos Aires, pero es a unos 650, 700 kilómetros de la capital. Entonces, a mí se me ocurre decirle, tengo millas para gastar, hagamos la full experience, vámonos todos en avión. Éramos cinco en la banda más los dos secuaces que siempre acompañan a una banda. Los siete en avión, instrumentos, sombreros, anteojos, o sea, estábamos viviendo la full experience.
Nos pasan a buscar, la gente que nos había invitado a tocar, y que organizaba el show, y nos lleva a una quinta, a una casa de campo, alejada de la ciudad. Llegamos, estaban haciendo un asado, había vino, todo muy bien. Había mucho vino. Entonces los anfitriones del lugar ya se iban poniendo un tanto pesados, por decirlo de alguna manera. O sea, muy expresivos, muy toquetones. La cosa ya estaba agarrada. Entonces nosotros, en un momento, tratando de descomprimir un poco la cosa, decimos, -bueno, mañana hay que ir temprano a armar y después probar, vamos, terminando-. Entonces ellos se lo tomaron de buena manera, excepto uno de ellos, que agarró y dijo, bueno, le voy a mostrar dónde están las camas. Y en un momento me dice, – vení, Rubén, vení-. Entonces yo voy, y había una especie de mueble alto. Se sube, mete la mano así, y saca un revólver, un 38, y revolviéndolo como un muñeco, me dice,te lo voy a dejar a vos. Este es tuyo, nosotros ahora nos vamos. Si vienen acá a golpear la puerta, vos primero tírale, y después pregunta quién es. Todo el mundo mirándome, como diciendo, ¿qué pasó? Y los tipos se fueron, y yo me quedé ahí, y fue como un momento muy, muy raro. Al otro día ya se les había bajado el vino, y lo terminamos pasando muy bien, y el show salió muy bien, y la verdad somos amigos hasta ahora, después los invitamos nosotros a tocar en Buenos Aires. Imagínate, estás en el medio del campo, en un lugar que no conoces, con gente que no conoces, y de repente meten la mano así, y sacan una pistola, fue como, bueno, esto llegó al fin. (risas)