ENTREVISTAMOS AL GRUPO ARGENTINO Y HABLAMOS DE SU ÁLBUM PERSONA
La historia de MORRIS comienza a fines de 2015, cuando la voz líder (Leandro Álvarez) se traslada a Córdoba (ARG) para colaborar en el demo de Cristian Riccia. Este intercambio permite sumar la batería de Martín «Panky» Malissia (Babasónicos) y Darío Pacheco (Luciano Pereyra) en dos de sus canciones: «Shhh» y «En la Orilla». Las mismas se terminan de grabar en Buenos Aires con la guitarra de Leonardo Bravo.
Para mediados de 2018 la formación se afianza incorporando a Francisco Sánchez (bajo) y Gustavo Heisser (batería). De esta manera, compone «En el Despertar» y «Eclipse». A la vez que concreta su primera gira por el interior del país (La Pampa y Mendoza).

– Donde mejor lo pasamos es cuando conectamos bien con el público. Cuando pasa eso es magia. –
En Ansiedad nos decís “No sé cómo salir, el tiempo de vivir está agotado, antes del adiós”. ¿Creéis que por este momento pasamos casi todos?
Leandro – Creo que la que la pandemia nos hizo preguntarnos mucho esto, que es esta cuestión desde que nos descubrimos. Es esta cuestión de para qué y por qué estamos, dónde estamos haciendo lo que hacemos. Es una cuestión del deber ser muy grande. Uno tiene que ser constantemente algo, y las cosas tienen que hacerse de una determinada manera, como si hubiera un manual para todo.
Ahora estamos como en una especie de saber constante, rarísimo, donde no puedes no saber. Arrancamos con esas preguntas respecto a lo que nos estaba pasando en la pandemia, que fue cuando arrancamos con el disco, a pensar en el disco, y se fue para ese lado. Se fue para el lado de estas dudas existenciales, y hacia dónde nos estaban llevando. Y nos estaban llevando mucho a eso, al encierro y a la ansiedad constante.
La imagen del disco es muy ilustrativa, de una persona que desaparece. Una de las canciones se llama “Desaparecer”, ¿esto nos viene a decir que las canciones del disco van interrelacionadas unas con otras?.
Gustavo – Sí, sí, todas tienen más o menos el mismo concepto, y hablan de distintas emociones, distintas vivencias que tiene el ser humano con el entorno, y de cómo interactúa con todo lo que está ocurriendo a lo largo de su vida, y también a lo largo de la historia de la humanidad.
Leandro – Y “Desaparecer” tiene mucho que ver con el tema del descubrimiento del amor, más allá del amor propio, más allá del amor hacia uno mismo, digamos. Y esta cuestión de que, también últimamente, escuchamos mucho sobre esta cuestión del individuo y del amor propio… Y cuando el amor empieza a interrumpir en esta nueva ola de autoconocimiento —como que se trabaja y se habla mucho hoy en día sobre el individuo—, y cuando empieza a interrumpir el otro en la vida de uno, qué hacer con eso, qué pasa con eso? Hasta “Desaparecer” habla también sobre el descubrimiento, creo, hacia otra gente.
Otro de vuestros temas, Cautivo, dice “Quiero tener 100 vidas”, se sale un poco del resto del disco, además hay una narración dentro. ¿Cómo se os ocurre ese cambio?
Leandro – La letra de este tema es una de las pocas que viene directamente de un integrante, porque en su momento empezamos a rodar con cómo hablar en el disco y qué queríamos decir en el disco, y empezamos a armar letras en conjunto entre los cuatro que estábamos componiendo. Cautivo vino directamente de Leo Bravo, guitarrista del disco, y después las fuimos amoldando. Fue distinto, fue un poco distinto.

La trajimos quizás dos personas a la letra, y el resto, los otros tres, fuimos trabajando los detalles y hacia dónde perfilarla. Está Atahualpa Yupanqui ahí, en una especie de audio generando el concepto de la canción, que es esto del estoicismo, del pedestal, y de lo que una crea con estas imágenes, quizás en redes, donde una se pregunta si todo lo del otro es perfecto. Y cuando una rompe un poco con eso y se ve rodando en el día a día, a veces es mucho más útil y mucho más una misma que cuando una se muestra como alguien que es irrompible. Cautivo creo que juega un poco con esa idea de sacar el mundo, de romperlo.
¿En Mi voz interpretamos es la búsqueda de una persona a sí misma?
Leandro – Sí, hay algo que nos pasa mucho, creo que también nos pasó durante los temas anteriores. Es esta cuestión de… nosotros trabajamos mucho sobre lo abstracto, y cada persona que nos va contando que escuchó las canciones nos da un feedback diferente de lo que significa esa canción. Mi voz para mucha gente significa esto que dices; para otra, habla de la libertad, de la liberación, de salir de algo limitante. Las canciones entendemos que ya no son nuestras. Las canciones son de quien las está escuchando ahora, y del significado que esa gente le da a esa canción. Creo que es lo mágico del arte, la reacción que permite que, de repente, algo que a una le bajó y una fue puente, genere en quien está del otro lado algo distinto.
En “Irreal”, subís un peldaño casi rozando el metal. Es decir, tenéis un sonido más pesado. Es posiblemente lo más rockero del disco y uno de vuestros temas más rockeros de toda vuestra discografía.
Gustavo – Sí, algo que nos caracteriza a nosotros como banda es, creo, la mixtura de distintos estilos. Todos los integrantes de la banda escuchamos muchos estilos muy diversos de música: vamos del funk hasta el tango, o algo melódico, o algo más pop. No tenemos problema en escuchar música, y si bien la banda es, en esencia, rockera, mezclamos un montón de cosas y tocamos un montón de estilos, como en este, por ejemplo, “Irreal”, en donde vamos muy cercano al metal. Pero bueno, eso es lo que nos identifica.
Leandro – Sí, creo que también lo que permite un poco habernos corrido… Al principio nosotros éramos Morris Rock, y nos permitimos cambiarlo y ponerle de apellido “música”. Entonces ahora decimos que somos Morris de nombre, música de apellido. Nos permitió jugar, y no hay nada más lindo que generarte una herramienta que te abra el espectro, ¿cómo decir? Bien, es un tema que tiene bastante riff, bastante distorsión ahí adentro y para adelante, pero la estrofa creo que es una de las estrofas más melosas que tenemos. Y cuando lo hacemos en acústico, ese tema tiene totalmente otro mood, un poco más flamenco incluso, a veces. Así que nada, son las cosas lindas de poder jugar con esos estilos.
¿Por qué el nombre de la canción Indios de cristal?
“Indios de cristal” es uno de los elementos que tiene la pantalla de los celulares y los touch de hoy en día, entonces nuestra idea fue jugar un poco con el reflejo de ese indio de cristal, de ese material, y con la idea de cómo ese reflejo a veces nos termina creando una idea errónea de quiénes somos —entre comillas—. Y lo que nos permite Indios un poco es lo que veníamos diciendo del tema anterior: poder jugar con bases y de repente salir con algo medio árabe y metal alternativo
Gustavo – Siempre nos cuesta mucho la pregunta de “¿qué estilo hacen?”. Cuando nos preguntan eso, nos cuesta muchísimo porque tenemos Indios de cristal por un lado, hasta Desparecer por otro… Y cómo decir qué estilo nos identifica es muy difícil. Por eso siempre dejamos que la gente escuche y saque sus propias conclusiones, y que se sorprenda también.
¿Domesticándote es una crítica a la sociedad actual ?
Leandro – Sí, es un poco el ser humano que vive desde la idea del poder, o desde la idea de creer que alguien tiene más poder que otra persona, o que puede mover masas, y qué pasa cuando esa persona cree que puede hacer lo que quiera sin limitantes. Porque, de nuevo, hay una idea a veces un poco compleja que tiene el ser humano: creer que lo nuevo no tiene grietas, que lo nuevo es… Acá en Argentina hay una frase, no sé si allá también se usa, pero se suele decir hace un tiempo: “sos todo lo que está bien”. Sinceramente esa frase a mí me genera un poco de ruido. Todo lo que está bien… es un absolutismo tremendo. Y a veces lo que se ve detrás es que uno no se pregunta del otro lado qué está bien, cuánto está bien, por dónde no, quizás, dónde no te sentís representado con eso.
Y un poco Domesticándote tiene que ver con esa idea del otro lado: “bueno, para mí toda la gente come de mi mano, entonces puedo hacer lo que yo quiera”.
Hablando de la sociedad actual, ¿creéis que las redes sociales son un apoyo para los músicos, para los artistas, o hay un momento en que se rompe el equilibrio?
Leandro – A ver, hay algo que entiendo que es una herramienta. Siempre hablamos de las herramientas de las redes sociales, y que el ser humano siempre fue muy bueno para adaptar herramientas. Creo que lo que quisimos decir también mucho en el disco tiene que ver con cuando eso deja de ser una herramienta y pasa a ser un limitante, o esto que decíamos antes de “todo lo que está bien”, que en vez de liberarte y darte herramientas termina limitándote y generando distracción, no enfoque, una cuestión de falta de agilidad. Eso también lo veníamos hablando.
Estamos volviendo a componer canciones y esta cuestión de que, con la idea del multitasking y la gran cantidad de redes sociales y distracciones, uno termina perdiendo el enfoque de lo que realmente desea, de lo que ama, de lo que lo mueve. Entonces tenemos mucho “atontamiento”, le decimos: es una herramienta muy atontadora si la dejamos crecer mucho y estamos muchas horas en redes sociales. Si no termina siendo una herramienta de comunicación, creo que pierde el enfoque.
Gustavo -Parte de lo que dice el disco es esta manía del ser humano de corromper la herramienta y llevarla al límite. Es, si se quiere, la crítica general del disco.

Alla en el 2019, pedís un poco de silencio con Shhh!, estabáis también en La orilla ¿creéis que existen una distancia entre Morris del 2018-19 hasta ahora?
Gustavo – Si que la hay, yo por ejemplo cuando entré en la banda, en el 2018 estas dos canciones que mencionas ya estabán publicadas. Leandro lo había hecho todo y eso un poco fue mutando de una banda unipersonal a una banda de cuatro personas que están tocando en una sala y cada una pone su parte, en partes iguales. Esa es la diferencia más grande, por lo que somos los cuatro tanto por separado como en conjunto.
Leandro – Como dice Gus, no es solamente lo que arranqué yo con La orilla, sino la evolución de cuatro personas, eso ha hecho que sea abismal la distancia.
En 2022, en uno de vuestros sencillos, encontramos Plug In Baby de Muse. ¿Os gustaba a uno de los componentes y dijisteis “vamos a hacer una versión de esto que me encanta”?
Leandro – Ese EP, o esa cuestión de movimiento, se nos ocurrió mucho de jugar con… ¿Qué pasa si pusiéramos cámaras en el ensayo? Inclusive, bueno, la idea fue poner dos cámaras en un ensayo y grabar el ensayo. En Plug In Baby veníamos… Nosotros trabajamos mucho los covers o las versiones dependiendo de las fechas que vamos a hacer, o de las ganas que tenemos los cuatro. Y fue algo que pasó en ese momento. Muy probablemente ahora, si nos agarra la misma idea, ponemos dos cámaras y grabamos algo, salga el tema Soda Estéreo, o salga alguno de los covers que estamos haciendo ahora para divertirnos también, y también como vara. A veces nos lo ponemos como un “a ver qué tanto podemos hacer que suene parecido, después lo desarmamos totalmente y lo llevamos para el lado Morris. Y eso también… Son juegos lindos.
Gustavo – Sí, por ejemplo ese está tocado por los cuatro, a diferencia de la versión original. Y está bueno para ver. Sí, está bueno ver la diferencia.
¿A qué grupo, cantante, artista que ya no está os hubiera gustado ver?
Gustavo – Cerati. Para mí, Gustavo Cerati, cantante de Soda Stereo. Para quien no lo conozca, allá España, por favor vayan ya, ya mismo a escucharlo.
Leandro — En mi caso, Queen. Me hubiese gustado muchísimo ver a Queen en vivo, con Freddie Mercury a la cabeza. Me parece que un showman de ese estilo… Hay muchas cosas que inconscientemente —y conscientemente también— uno que ha amado mucho a Freddie Mercury intenta hacer en vivo con esta cuestión de traer al público un poco al escenario, de hacerlos cantar. Que a veces generamos movimientos o cosas en vivo para que el público interactúe. Son cosas que esa banda dejó mucho. Me hubiese encantado, me encantaría poder tener algún vivo presencial con ellos..
Gustavo – Para conectar con lo otro que hablábamos antes del tema de las redes sociales y cómo hacen que hoy todo sea mucho más efímero, creo muy poco posible que hoy salga algo musical que perdure tanto en el tiempo como Queen, The Beatles, Led Zeppelin. No creo que hoy suceda algo así, donde desde acá 30 años estemos escuchando lo que se escuchaba en 2025.
¿Cuál es vuestra cronología musical?
Gustavo – (risas) variadísima!!
Leandro – ¡Si, si, variadísima!! Yo nací y crecí en la casa de mis abuelos, entonces mi abuelo escuchando tango, en Argentina, a las 7.30 u 8 de la mañana de un sábado , limpiando la casa, ahora cada vez que escucho tango tengo reminiscencias de esa época. La primera banda que yo escuché fue Soda Estereo. Después me fui para el lado de Metallica, Green Day, ahora bandas como Muse, que no se repite a si mismo cada vez que saca algo.
Gustavo – A mi pasó lo mismo, empecé con Soda Estereo, después me metí en el mundo del grounge, de adolescente, Pearl Jam, Nirvana, Alice in Chains, después me fui para el lado del metal progresivo y entre los 20 y 30, pasé por todos los estilos que te puedas imaginar (risas), últimamente escucho mucho jazz fusión
¿A qué película os hubiera gustado ponerle banda sonora?
Leandro – Pues primero me he ido a mi banda sonora preferida que es Volver al futuro, pero no la reemplazaría, porque es tremenda. Por la música que hacemos pues Duro de matar. También Eterno resplandor de Jim Carrey, me gustaría poder hacerla.
¿Qué concierto es el que más os ha sorprendido?
Gustavo – El de Entrerríos.
Leandro – Si, el de Entrerríos. Nosotros somos una banda que viaja mucho. Argentina es muy grande y nos vamos a provincias a tocar. En Entrerríos fuimos foráneos y la gente respondió como si nos conociera siempre. Parecía que conocían los temas, la respuesta del público fue tremenda. También en la capital, Buenos Aires, porque era un escenario grande. Donde mejor lo pasamos es cuando conectamos bien con el público. Cuando pasa eso es magia.
¿Tenéis alguna anécdota que contarnos?
Gustavo – (risas) Una es la del viaje a Mendoza, con el auto explotado. Viajamos hasta allí, San Rafael, está muy lejos, 10-12 horas de auto, fuimos en un fiat los cuatro juntos, con todo el equipo apilado.
Leandro – (risas) ¡Teníamos muchas ganas de tocar!
Gustavo – Yo iba atrás con el bajista, al que no podía ver.¡ Fuimos así 1000 km!
Leandro – Lo único que se movía era una mano con el mate, fue todo lo que pasó durante 12 horas. Incréible. (risas) A veces preguntábamos – ¿estás bien?