DAVE AMÉRICA
Madrid aparece mucho en tus letras. ¿Qué tiene de especial para reflejarla en tu música?.
Pues, básicamente, todas las veces que salíamos de fiesta nos lo pasábamos muy bien en Madrid, que creo que eso no solo me pasa a mí y a mis amigos. Y nada, al final cuando tienes tan buenos recuerdos y tan buenas experiencias, acaba saliendo por algún lado, y ha salido en forma de letra.
Si tuvieras que escribirle una canción a otra ciudad que no sea Madrid, ¿cuál sería?
A Los Ángeles, clarísimo. Sí, he vivido muchos años… de hecho, el segundo disco está ahí.

¿Cuál es tu cronología musical?
Para empezar, escucho de todo. Yo creo que el… No me acuerdo exactamente la música que he escuchado al principio. Sé que, por ejemplo, mi padre ponía mucho Bruce Springsteen en el coche los domingos, The Rolling Stones los ponía muchísimo. Pero yo creo que la primera vez que dije “quiero tocar música” fue que un amigo mío que tenía una banda, ahora es bastante más mayor que yo, y le fui a ver, y de repente vi a su bajista que estaba tocando temas de Red Hot Chili Peppers, pero en ese momento yo no sabía ni que esa banda existía. Le vi tocar el bajo y me moló tanto cómo tocaba que dije: “Uy, me tengo que comprar un bajo”.
¿Y qué años tenías ahí, más o menos?
Yo creo que tendría, o nueve, o… no sé, por ahí estaría. Y luego me enteré mucho más tarde de que ese chico no tocaba temas suyos, porque, vamos, imagínate, yo estaba flipando. Me enteré que era Red Hot y empecé a escuchar muchísimo Red Hot, Green Day…
¿Te sientes más identificado con el rock, el indie o a alguna otra escena?
Seguramente que si escuchas mis músicas se ve súper obvio. Me es muy difícil verlo, pero, obviamente, lo que hago es indie español. Pero sí que es verdad que yo he crecido mucho escuchando, y de pequeño he estado muy obsesionado con el punk rock. Como decía antes, Green Day, y bueno, de Green Day para abajo he escuchado casi todo.
Y al final acabas escuchando esas, por ejemplo, bandas americanas o inglesas, simplemente por el hecho de lo bien producidas que estaban. Y no digo a nivel de calidad musical, sino que luego lo sabían mover, que es lo que te llegaba. Antes ibas a la tienda y solo escuchabas CD-s en inglés, tenían muy buen marketing. Y creo que eso ahora, con el reggaetón, ha cambiado absolutamente la tortilla. Y creo que justo va a dar mucho pie a que haya muchas bandas cantando en español, que se sientan cómodas.
Yo, de hecho, empecé cantando en inglés porque lo grabé allí, o sea, estaba viviendo ahí, y en ese momento tenía mucho sentido, escuchaba música en inglés, hablaba en inglés. Pero luego, cuando llegué aquí, dije: claro, ¿por qué voy a cantar en inglés, no?.
Pero bueno, o sea, sí que es verdad que al final, sobre todo quitando la generación que va a venir ahora, ya están viendo que no hay ningún estigma en cantar en español. Antes tú piensas que… yo creo que la gente pensaba que si cantabas en español, eras como “de pueblo”. En plan, por decirlo mal y pronto, eras como: “Bueno, este chico es de pueblo, no la va a reventar nunca”. Pero era así.
Comentabas que » El 2 de mayo» es una canción que te cambia la dinámica de cómo lo venías haciendo y el sonido.
”El 2 de mayo” fue el primer tema que compuse cantando en español, y cambia mucho. O sea, para mí cambió mucho porque todo lo que venía haciendo, para ir a grabar y todo, lo pensaba para que se pudiese tocar en trío, es decir, bajo, batería y guitarra, y una voz cantando con todas las bandas. Que tres personas lo pudiesen defender en el escenario.
De hecho, no hay teclados,.. Simplemente, la mayoría de partes de las guitarras, incluso, no hay segundas guitarras. Hay dos guitarras grabadas, pero doblándose a sí mismas, que perfectamente se pueden tocar con una sola. Y cuando hice “El 2 de mayo”, empecé a meter mucho sintetizador. La mayoría de veces hay un subgrave, luego un bajo tocado por arriba, una guitarra, varias líneas de teclado… ya cambiaba totalmente. Creo que es un tema que mínimo tiene que salir con cuatro personas a tocarlo.
Luego también, cantar en español creo que te cambia totalmente el baile de la canción. La misma canción cantada en inglés o incluso en otro idioma te puede cambiar totalmente. Y por eso marco mucho esa dinámica.
También cómo la compuse me pareció muy raro, porque fue la primera vez que yo llegué a casa, estaba de fiesta, y de repente se me vino entera la canción. Y fue como llegar, casi, y la vomité un poco grabándola. Eso fue algo que no es que no me hubiese pasado —es verdad que alguna vez, de repente, iba andando por la calle, se me ocurre una melodía y luego la metes—, pero que no fuese todo de: esto va a ser así, así… Y fue algo muy guay. De hecho, ahora casi todas las canciones vienen así.
En «Fiebres Como Tú» cuentas una conexión muy intensa. ¿Es una historia real ?
Sí, sí, son todas historias reales, son hechos reales. Sí, es muy intensa. Y sí, o sea, es como cuando coges la fiebre. Para mal o para bien, estoy aquí. Tengo la frente caliente y bueno…Pero sí, habla sobre todo también mucho de… de no ir a trabajar, o no… o sea, o no ir a… a la universidad o al instituto, o donde sea que tengas que estar… hay que hacer que no suceda eso.
En » Tu Pequeño Kerouac» hablas del libro de Jack Kerouac «El camino», y del cambio que supuso para irte a Estados Unidos, para dejarlo todo e irte?
A ver, yo me leí el libro en un momento de esos de… El libro me lo dio mi hermano porque me dijo… Decía que en Madrid está genial. No es que estuviese sufriendo ni nada, está genial. Pero era como… joder, estás… que no sabes muy bien por dónde quieres tirar, y de repente me dieron ese libro y fue como… Es un libro que es muy largo y te cuenta una historia delirante de dos locos que te buscan como una brújula. Pero a mí lo que me hizo fue como «¡¡hostia!!… puedes salir a buscar y te encontrarás un poco en el camino», que es lo que les pasaba a ellos.
Y fue eso. Con ese libro fue cuando dije: «joder, esto de ser músico e ir a estudiar música»… o sea, yo hice el conservatorio. No es una locura. Que, por ejemplo, a mí mi entorno y todo lo que he vivido aquí en Madrid, siempre que dices que eres músico te miran como si fuese algo sin futuro.
Cuando viví en Estados Unidos, me gustó mucho esa parte que tienen ellos que dices: «oye, mira, yo me dedico a poner las luces en un espectáculo de… no sé, de árboles que crecen del cielo» y la gente, ¡ah, qué bueno!. Y nadie se está planteando si puedes vivir de eso o no, simplemente lo haces y… si tú puedes con eso vivir, está genial. Entonces, eso sí que, por ejemplo, cuando llegué allí, me gustó mucho. Y aquí no lo veía, y este libro me motivó mucho.
En verdad, bueno, Estados Unidos también es un poco coincidencia, porque es que yo cuando estuve mirando conservatorio, no encontré ninguna escuela de música moderna. O sea, para hacer la universidad aquí, y en general en Europa —quitando Londres—, en mi momento solo podías ir a estudiar a sitios en los que casi todo era clásico. Que a mí el clásico me gusta, pero que al final…, yo toco piezas clásicas y las disfruto y me las he aprendido y tal, pero no me veo en mi día a día diciendo: “Ah, me voy a ir al estudio a componer con la guitarra española y a hacer piezas clásicas”, o estar tocando piezas clásicas. Me parece que es algo que disfruto tocándolo, pero que no haría jamás un disco de eso, por ejemplo. Y por eso me fui allí. Por eso me fui allí, porque allí sí que hay muchos conservatorios de música moderna.

¿Sientes que esta canción es más una despedida o un homenaje a lo viejo?
Es una despedida. Sí, sí, sí, es una despedida. En toda regla, además. Sí. Y, básicamente, también una cosa que quería hacer es… cuando hice esta canción, quería que saliese el nombre Kerouac y no, por ejemplo, el del personaje de la novela. Porque creo que, bueno, aunque la novela —no sé si la has leído o no— habla de su vida, sí que me parecía más guay hacerle un guiño al escritor por todo lo que representa, y también a esa generación.
¿»Luces de Neón para Insectos Ciegos» habla de una relación?.
Tengo un muy buen amigo que se llama Óscar Noviembre, que escribe poesía, y esa letra es entera suya. Bueno, la escribí yo con él. Yo, es verdad que la íbamos… yo hice la melodía entera, entonces había partes de: “Oye, mira, tengo estas frases, pues aquí no encajan, necesitamos menos frases, menos sílabas, más sílabas, lo que sea. Aquí tengo que rimar así para entrar el estribillo”, las partes técnicas. Pero toda la letra es suya.
Y bueno, él escribió una poesía brutal, y eso en su momento iba a ser lo que iba a ser el título de su tercer libro de poesía. Y esta frase es una frase que yo, cuando la escuché — se la leía y me gustaba— llevaba mucho tiempo diciéndole: “¿ nos sentamos a escribir un musical juntos?”, porque aparte de que, todas estas noches cuando estaba en Madrid, que salíamos de farra, él estaba, y creo que entiende muy bien lo que quiero plasmar. Escribe muy bonito.
Y al final, una cosa que me pasa aquí de mi círculo es que creo que hay gente con muchísimo talento que no nos conoce ni nuestra madre, por decirlo de alguna manera. Simplemente por eso, porque no nos quedamos… o sea, a lo mejor no nos sacamos, o la parte artística está muy desarrollada, pero la parte de marketing, ¿no? Que es lo que hablábamos antes.
¿Hay alguna letra que con el tiempo haya cambiado de sentido o de emoción para ti?
La verdad, es que de mis letras, las sigo cantando, escuchando y me sigo viendo ahí.
¿Cómo surge «Pizza Fría»?
Bueno, pues igual que como antes contaba, “El 2 de mayo” me vino después de estar de farra, pues esto salió un poco igual. Estaba con Pablo América, que es mi hermano, y salimos un día por ahí y, cuando volvimos, no sé si eran las seis o algo así, estábamos contando nuestras cosas y empezamos a hablar de eso de cómo molaría tener un line show. Al principio iba a ser el mejor line show del mundo, y pues empezamos a delirar, básicamente. ¿Qué iba a ser?, ¿A quién íbamos a traer?, ¿De qué iba a hablar?, algo totalmente alejadísimo de lo que acabó siendo.
Pero bueno, entre todo eso, no sé cuánto tiempo fuimos… A lo mejor una hora y media hablando, entramos como en un universo paralelo en el que no sé cuánto tiempo pasó. No nos comimos las pizzas, se quedaron frías, y al final dijo —creo que fue él—: “Oye, ¿y si lo llamamos» pizza fría«?.
Bueno, luego se lo fuimos contando a gente. Se fue sumando gente que lo ha hecho, creo, que han elevado mucho el nivel de lo que él y yo imaginábamos. Incluso yo lo veo a día de hoy y ¡buah!, es que las cabeceras, toda la parte de… ,vamos, a mí me encanta y me parece que están muy curradas. Y bueno, presentarlo me encanta. Y luego también que hablamos solo de música, que es algo que me encanta.
Y luego también, ¿sabes una cosa que me gusta mucho de este proyecto? Que al final creo que es una manera de no hacer música. Porque nosotros no hacemos nada más que hablar de cosas que hemos visto, y que hemos estado bicheando en internet o que… Por ejemplo, el último, que me fui a Japón y encontré estas locuras, y fue como: “¡Buah!”. O sea, que es un Pizza Fría, pero es una manera de estar en grupo. O sea, no hacer música pero seguir hablando de música. Que es, al final, lo que hacemos en nuestro tiempo libre. Y creo que nos representa muy bien a todos.
Y luego también que a mí —por lo menos a título personal— la parte que me toca, que es la de presentarlo, veo muchas cosas que están ahí que jamás habría pensado. Yo jamás me habría puesto a hablar de una cámara tantísimo tiempo. De hecho, cuando salgo a tocar en los conciertos, yo soy de los que salen, “Hola, ¿qué tal? Muchas gracias por venir. Esta canción es tal… otro tema y gracias.

¿Y después de esto, qué tal en el escenario?
Ahora mismo estoy preparando una gira. Y desde que empecé a hacer» Pizza Fría», no hemos actuado porque cuando nos propusimos hacerla, si hacemos un capítulo, es semanal. Y luego, claro, nos dimos cuenta: “Pues no hemos hecho esto en nuestra vida”. Esto es imposible,
Incluso, por ejemplo, nosotros tenemos más o menos esbozados lo que van a ser doce capítulos. Y cuando digo más o menos esbozados, hay muchos que están perfectamente, sabemos de qué vamos a hablar. Por ejemplo, el próximo, el que sale dentro de poco —porque ya está en edición—, habla sobre la inteligencia artificial, habla sobre música de cabeceras, de televisión… y, bueno, sabemos de qué vamos a hablar. Pero luego ponerse a hacerlo, cuadrar a todo el mundo, porque al final somos cuatro o cinco haciéndolo…
¿A qué película te hubiera gustado ponerle banda sonora?
Estaba pensando en superclásicos como Gladiator o algo así,. Cuando has dicho lo de ponerle música, me han venido películas así a la cabeza. Una banda sonora top, pero meterme en ese jaleo debe ser complicado, porque ya el nivel está muy alto.
Lo que creo que me gustaría hacer es música de acción. Por ejemplo, yo he hecho muchas bandas sonoras y diseño sonoro de películas de terror. Si me preguntas por qué, no soy muy fan del terror, pero son las que me han llegado. Me parecía algo raro, extraño, diferente de hacer. Pero creo que haría una de acción. No sabría decirte cuál exactamente… Me gustaría que fuese algo gracioso, algo que posiblemente se grabara en casa de Ryan Reynolds.
Sí, algo de acción, porque me parece que siempre que escucho las bandas sonoras de ese tipo pienso que es algo que jamás haría yo. Pero es un mundo… sí, lo sé. Y otra cosa que siempre me ha parecido un reto es la música de videojuegos.
Sí, metí una modulación y trabajé en un videojuego. Yo no soy de jugar a videojuegos.
Per el otro día un amigo, que sigue jugando mucho a videojuegos, me estuvo enseñando a lo que jugaba y me quedé alucinado con la banda sonora. Pensé: “Esto es una película”. ¿No te parece curioso?.
Sí, me parece muy curioso, porque de repente es como… Tú al final ves una película y, quieras o no, por ejemplo Gladiator, que es una película que ahora va a tener una segunda parte, la gente que es muy fan se la habrá visto 20 o 30 veces, fácil. Pero es complicadísimo que una persona vea 20 o 30 veces una película. Sin embargo, los que juegan a videojuegos, prácticamente a la semana juegan a un mismo título 5 veces. Y cada vez que le dan al ordenador, suena la banda sonora.
O sea, ¿tú crees? Por ejemplo, piensa en los de Nintendo, en Mario y cosas así… Eso se te ha metido en la cabeza mientras jugabas si o si.
¿ A qué grupo o artista que ya no está te hubiera gustado ver?
Hay una banda que nunca he podido ver, que es The Cure. No sé si ahora, con el nuevo disco que van a sacar este año, van a hacer gira, pero me encantaría verles. Mis hermanos que son más mayores me decían – pero si The Cure ha venido aquí muchas veces.- Y siempre me quedé con la espinita de ir a verles. De hecho, creo que decían que iba a ser la última gira, que fue el concierto del año hace dos años, y me quedé sin entradas. Y luego, en reventa, tampoco pude comprar. Sí… Así que creo que esa es la banda que me voy a quedar siempre pensando si pude ver o no.
¿Alguna actuación de las que no vas a olvidar nunca ? Y alguna anécdota que nos puedas contar...
Pues quizá los que eran con mucha gente. Pero yo creo que lo que más me marcó fue la primera vez que fui a un concierto, que era muy pequeño. Fue cuando Green Day sacó «American Idiot». Tuve la suerte de que me llevaron mis hermanos, estábamos en primera fila, y Billie me subió al escenario. Yo creo que tendría en ese momento, todavía estaba en el colegio, tendría 10 años o así. Y me acuerdo de ver a toda esa gente mirando, y fue como algo que creo que sí me cambió mucho. Ahora lo veo y pienso que esos son los momentos que te marcan para siempre…, o no. Pero ese, seguro.
Y de conciertos míos la verdad es que no sé. Porque cuando me subo al escenario voy muy en piloto automático. Muchas veces entro, salgo, y no sé si me entero o no. Luego veo vídeos y tampoco… (risas).
Como experiencia algo más loca, cuando estaba estudiando en EEUU, lo domingos tocaba en una iglesia, pagaban superbien, y cuando tocábamos un solo empezaban a gritar -Amén- los veías como en trance… no era una iglesia, era un pabellón, de jugar al baloncesto, enorme. Y había gente con cámaras grabando porque se retransmitía por todo el mundo, era una locura, porque nos tenían tres o cuatro horas tocando, mientras que el pastor estaba hablando y tenías que acompañarle, nunca había visto a la gente tan en trance gritando: «Aleluya…Amén». Fue muy curioso (risas). Al final me gustaba tocar ahí aunque si lo hubiera visto antes, creo que no lo hubiera hecho, y sin embargo lo acabé disfrutando.