«MEMORIA INFINITA» ES SU ÁLBUM MÁS PERSONAL

La artista tiene nuevo álbum, «Memoria Infinita», un disco que ha sido un proceso largo y, en sus palabras, “errático”, pero que le ha permitido reconciliarse consigo misma y experimentar nuevas formas de trabajo.

El 18 de septiembre se presentará en Sala El Sol (Madrid), puedes adquirir las entradas en este enlace. Me reuní con ella para hablar de estas nuevas canciones, de estos años de silencio y de cómo se encuentra ahora pasadas tantas cosas en el camino.

-En el disco hay mucha disparidad sonora, pero me resulta atractivo-

«Memoria Infinita» tiene varias manos metidas en la producción. Por un lado, Edu Baos; por otro, Sergio Salvi y Paco Loco para el tema “Ceremonia». ¿Qué sinergia ha surgido de aquí? ¿Cómo se ha generado?

Marta: A ver, no fue la idea tanto al principio. Bueno, en cuanto a “Ceremonia», sí, porque era una canción que yo quería meter en un disco. Lleva tiempo grabada y es —bueno, aparte de la banda sonora de Los Amantes, una película de hace ya cuatro o cinco años con música de Roque Baños— una canción que quería que formase parte de un disco si encontraba su lugar.

El disco yo lo empecé a tramar con Sergio Salvi. Lo que pasa es que Sergio está con De La Porte; De La Porte ha pegado un subidón y, en el verano de 2023 —que es cuando quedé por primera vez con Sergio en el estudio—, andaba de gira con ellos, así que yo me tenía que acoplar a los huecos.

Tampoco tenía mucha prisa. Me apetecía hacer este disco de otra manera: como más de dormir en mi cama y darle una vuelta, y al día siguiente cambiar cosas… Aparte, Sergio es amigo y vivía a diez minutos de mi casa; o sea, estaba súper bien. Pero es verdad que, después de ese verano, vi a Sergio muy agobiado, y tampoco mola trabajar así. Hablé con él —creo que por enero o febrero del año pasado— y en verano me dijo que grabábamos el resto.

Luego vi que había mucha disparidad sonora, pero me resultaba atractivo. Me puse a escucharlo de principio a fin y noté cierta coherencia en las letras, la temática, la unión de mi voz. Y recordé una frase de Paco Loco —que para mí es un gurú del sonido en este país— que me dijo: «El hilo se lo vas a dar tú siempre contigo. No tengas miedo, porque también le da más riqueza». Entonces vi que Ceremonia casaba perfecta en el disco. Y, bueno, esa es la razón por la que hay tanto lío de productores.

Porque, por ejemplo, en «Amnesia» te vas a la música disco.

Marta: Total, total. Me voy a la música disco empezando por Sergio, pero luego aún le dimos más volumen con Edu, que también metió sintes y metimos más jarana. Amnesia es una canción que nunca pensé que fuese a quedar así, para nada, pero me gusta: da la nota discordante en el disco.

Y «Mi Deserción» tenía una línea más triste que a Edu Baos no le convenció, y la revitalizó un poquito.

¿Cómo de abierta eres como artista a la hora de escuchar otras propuestas o cambios que te van diciendo? Como por ejemplo aquí, ¿no?, que tú querías una línea más melancólica y Edu la cambió. ¿Cómo llevas que te indiquen cambios?

Marta: Edu es muy listo porque me conoce desde hace un montón de años, y entonces no me quiso mandar lo que había hecho. Me dijo: «Vente a Zaragoza». Y fui. Cuando le dio al play, la verdad es que dije: «Guau, ¿estas no son mis canciones, no?».

En mi experiencia con Berlín Texas, mi grupo, recuerdo que yo siempre me decía por dentro: «Bueno, no, Marta, suelta, porque somos un grupo». Y me gustó mucho el resultado. Es verdad que, por dentro, siempre hay apego a cómo tú lo has pensado. Voy cada vez confiando más en cómo quiero componer las cosas, y donde casi nunca dejo que nadie toque —y es bueno que sí se toque— es en la letra. Hay algo en que alguien te vea desde fuera; si vas a que te produzca una serie de canciones, es porque confías en esa persona, ¿no?

Te convenció de alguna forma.

Marta: Sí, me convenció. Ahora me convence mucho «Mi Deserción». Tenía unas dudas tremendas, pero me arriesgué. A día de hoy, sí: él vio una rabia en la canción que yo no había sabido ver, porque la escribí desde la pena, pero en el estribillo hay mucha rabia de impotencia.

Bien, ¿no? Tenéis un tándem ahí.

Marta: Sí, sí, la verdad es que sí, aunque discutimos mucho.

Pero creo que es necesario. O sea, la discusión no es negativa.

Marta: No es negativa nunca, ni en las parejas sentimentales ni en las artísticas. Es verdad que se denosta un montón y no, es necesaria.

«La velocidad tiene frases muy reveladoras, como “hueles mi velocidad y te asustas” o “lo quiero todo ya”. ¿Es algo que reclamas a alguien o te lo reclamas a ti misma?

Marta: Pues mira, las dos cosas, porque te cuento desde dónde nació, pero es verdad que luego lo bueno de las canciones es que cada uno las puede interpretar a su manera.

Las estrofas son totalmente personales: hablo de mi relación con la muerte, con el paso del tiempo. Pero el estribillo va hacia la luz y hacia la relación con una persona. “Hueles mi velocidad” es hacia esa persona en concreto; pero luego “lo quiero todo ya” es, en realidad, un acto de constricción: no quiero ser esclava de mi propia velocidad.

Muchas veces vas tan rápido que tampoco ves al otro, los tiempos del otro… Pero tienes que cuidar tus ganas de vivir, tu voracidad. A mí me ha costado mucho aprender a cuidar. Es una tendencia que tengo: mi descuido por esa voracidad.

Desde 2024 estás descubriendo este disco con los singles que has sacado. ¿Qué sensación tienes ahora, un año después, de poderlo dar a conocer completamente? ¿Son los mismos nervios, las mismas ganas de que se escuche?

Marta: Realmente, esto no me ha pasado nunca con ningún disco. Leí en un libro maravilloso sobre la creación, The Creative Act de Rick Rubin, que las obras de arte tienen un momento de salida porque es la energía del artista la que lo mueve. Y los discos tienen un momento de salida.

Este disco me lo he tenido que rellenar porque, claro, en medio he pasado por un embarazo, he tenido a mi hija… y se retrasó. Pero está muy influenciado por el hecho de que yo pensé terminarlo mucho antes con Sergio. Ahí me desanimé un poco, pero me gusta haberlo sacado ahora. Como ha sido un disco muy errático, me dio tiempo para pensar qué forma darle: si sacarlo como dos EPs o si realmente podía tener empaque como disco. Eso se lo debo también al masterizador, Mario, con quien llevo trabajando tiempo. Maravilloso.

¿Cuánto tiempo os ha llevado desde tenerlo terminado para publicarlo ahora?

Marta: Lo terminé antes de dar a luz, en el 2024. En noviembre de 2024 estaba terminado y lo mandé a masterizar.

Dejando un poquito el disco. ¿Qué recuerdos tienes de Berlín Texas, tu banda hasta 2021? ¿Cómo hubiera sido desde la perspectiva de Berlín Texas este nuevo disco?

Marta: A Berlín Texas les tengo un cariño enorme porque me dieron muchísimo. Les conocí en la gira de mi disco anterior al que hice con ellos, «Atención Peligro», de 2018. Vivimos muchas cosas juntos. Era lo que yo siempre había querido. Por eso me sentía, con mis compis de Libertad 8, un poco diferente, porque a mí me gustaban las bandas de rock, me gustaba esa cosa que se forma, ¿no? No me veía tanto como cantautora, ni tampoco —a lo mejor— nunca he tenido esa destreza tocando, pero sentía que les necesitaba. Y me parecía muy bonito porque también tenían la energía de los veintipocos; eran muy jóvenes. A mí me dieron un montón, porque se metieron en el barco a tope.

Me llevé un disgusto enorme cuando lo dejamos, la verdad. Ahí sí se nubló un poco nuestra relación; pero, a día de hoy, me alegra mucho de lo bien que les va a cada uno y de lo que están haciendo. El disco con ellos hubiese sido más rock, sin duda; o no, porque Mario, el bajista, es muy moderno. Hubiese tenido, sin duda, un sonido mucho más empacado, porque la disparidad —que yo veo como buena— es más mía. Ellos eran más ordenados.

¿En qué momento te encuentras ahora con respecto a la Marta de los comienzos? ¿Sigues teniendo la sensación de que has empezado tarde en el mundo de la música? Has empezado tarde, pero has tenido un recorrido…

Marta: Sí, sí, pero me ha durado ese síndrome de impostora muchísimos años, muchísimos. Ya no. La verdad es que ahora ya soy muy consciente del lugar en el que estoy, y también de mis limitaciones, pero también de mis puntos fuertes, que antes no veía. Siempre solo veía lo que me faltaba (tocar mejor, tocar el piano). Ahora me siento mucho más segura en el escenario; sé lo que puedo dar y dónde hay que seguir siempre surgiendo. Esa chispa la tengo.

Empezar desde cero ha sido mi gran problema; siempre he sentido que tenía que empezar desde cero. He sido muy discriminada conmigo misma, y así no hay manera de construir, porque vas tirando los ladrillos anteriores. Cuando me quedé embarazada dije: «Guau, voy a tener un ser humano que me va a mirar y va a decir: mi madre es esta y ha hecho esto». Mi hija me va a poner un espejo. He tenido una reconciliación este último año conmigo misma.

Eso te iba a decir, que te has reconciliado mucho.

Marta: Y duermo mejor, estoy más tranquila conmigo. Las mujeres tenemos que pelear más por el sitio. Como mujer ya con una trayectoria y unos años, ¿por qué te tienen que poner en duda? La industria musical es tremendamente fascista. Nos cuesta más a las mujeres llegar a donde hemos llegado, en cualquier ámbito. Entonces, cuando una mujer hace algo, dices: «A ver, voy a escuchar lo que hace, porque le ha costado más llegar ahí».

-La industria musical es tremendamente fascista. Nos cuesta más a las mujeres llegar a donde hemos llegado, en cualquier ámbito-

En una ocasión dijiste que el escenario es algo necesario para los que necesitáis el aplauso. ¿Cómo has vivido todo este retiro desde 2021 hasta ahora?

Marta: Bueno, te acostumbras. Yo creo que sí. Lo que pasa es que cuando el escenario te da tanto, es un privilegio, porque lo que sientes ahí es muy fuerte, esa comunión. Y a los que supongo que nos ha faltado un poco más de amor —porque eso siempre viene de taras de la infancia— lo necesitamos mucho ahora.

También está bien parar un poco, ver que puedes vivir sin hacerlo, porque también es muy adictivo. Lo que sí he tratado es de no olvidarlo. Cuando no se tiene una multinacional detrás, es mucho el deseo interno para poder tener lo que una quiere: esa comunión con el público que me da tantísimo. Y tengo la suerte de poder hacerlo.

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